Cómo asesinar el alma de tu hijo por César T. (1era. Parte)

Cómo asesinar el alma de tu hijo por César T.


Un siquiátrico para los niños

El Hospital Fray Bernardino es considerado un siquiátrico modelo en México, tanto así que ahí se capacita a los médicos siquiatras de la república.
Haciendo un poco de historia sobre lo que ha sucedido en ese lugar, en el año en que mi madre me drogó por consejo de Amara hubo quejas que en el Fray Bernardino se usaron a los internados como conejillos de indias para la experimentación de nuevos tipos de drogas. La reportera Teresa Gurza nos dice del Fray Bernardino:
Fuertes denuncias fueron hechas en relación con el uso y la experimentación de drogas no suficientemente probadas. Algunos directores reciben a cambio de esta experimentación en enfermos indefensos, que están a su cuidado, diversos beneficios tales como viajes, viáticos para congresos, automóviles, menciones en revistas médicas, invitaciones para presentar ponencias, etcétera. Todo lo cual les reporta ganancias materiales y currículum. Los laboratorios transnacionales que más interesados se muestran en los experimentos son: Roche, Sandoz, Johnson & Johnson, Roya y Squibb. Las medicinas que se han probado son las siguientes: Haldol [nombre comercial] en dosis altas, clozapina, clonazepam, penfluridol, bronperidol y la bromocriptina en niños del hospital infantil de enfrente. 1
El “hospital de enfrente” es el Hospital Infantil Juan N. Navarro. Es un hecho confirmado que se han realizado experimentos siquiátricos con seres humanos en Estados Unidos; es muy posible que en México también. 2
Alicia Collado, una sicóloga amiga mía que hizo sus prácticas en el Navarro en tiempos del reportaje de Gurza, me dijo que había salido de ahí “con el corazón por los suelos” después de haber visto a niños de ocho años con camisa de fuerza. No tengo información si esta práctica continúa en el Navarro, pero sí he podido comprobar que se les administran neurolépticos a los niños de ese siquiátrico, que son mucho más nocivos que el Ritalin/Rubifen que se les da a los niños que se distraen en la escuela. Hablando de los efectos de los neurolépticos en un programa de televisión, Marcos Moreno, un estudiante de sicología de la Universidad de las Américas que hizo sus prácticas en un pabellón del Navarro en 1998-1999, atestiguó que los niños que vio en ese siquiátrico “estaban como zombis: en cualquier lugar se quedaban dormidos”. 3
Por razones que resultarán evidentes en el capítulo siguiente, no todos los estudiantes que hacen sus prácticas en los siquiátricos mexicanos se atreven, como Moreno, a confesar en los medios lo que han presenciado en esos lugares. Mi amiga Suxi, cuyo verdadero nombre me refrenaré de mencionar en este libro, también realizó sus prácticas en el Navarro. Originalmente mi idea era entrar a ese siquiátrico con Suxi, pero su maestra de prácticas desaprobó la idea (ésta, por cierto, es la mencionada sicóloga a quien Amara “le voló el paciente”). Así que lo que a continuación escribiré está basado en el reporte de Suxi y en lo que me contó personalmente.
La siquiatría no sólo tiene la faceta del sector privado como los servicios que contrató la madre de Cantú en el San Rafael. También tiene la faceta del sector público donde se custodia a algunos niños con retraso mental que los padres confinan indefinidamente a siquiátricos como el Navarro: una institución subvencionada por el Estado mexicano. En este hospital infantil también se practica la consulta externa. Descifrada la nuevahabla, “consulta externa” significa drogar a la niñez mexicana. Suxi me reveló que le sorprendió la facilidad con la que los niños en consulta externa son diagnosticados de hiperactivos o de atención deficiente a fin de ser drogados con Ritalin. Es común que los médicos del Navarro prescriban drogar no a aquellos padres que maltratan a su hijo, sino al niño. El caso que Suxi tomó ejemplifica cómo funciona la llamada consulta externa en el siquiátrico infantil.
En el nuevo siglo se les presentó a algunos estudiantes de sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México el caso de Marco Antonio, un niño de once años que ya se encontraba en consulta externa en el Navarro con anterioridad a las prácticas de los estudiantes. Los padres del niño eran típicamente abusivos. El padre tenía antecedentes de ideación suicida y había estado internado un par de meses en el Instituto Nacional de Psiquiatría. En las prácticas del Navarro, ante los estudiantes la madre dijo que su marido le pegaba y que en alguna ocasión estuvo a punto de atacarla con un cuchillo. Cuando el niño intentaba proteger a su mamá durante este tipo de agresiones, el padre también le pegaba. Según el testimonio de la madre, el padre había intentado ahorcarla enfrente del niño. Al parecer, era común que Marco Antonio estuviera presente en estas escenas de violencia. Acerca de su papá, Marco Antonio denunció: “Cuando me pega a veces me dice: ‘Te voy a matar con la hebilla del cinturón’”. En otra ocasión lo amenazó con aventarle un ladrillo que le enseñó, diciéndole: “Que ganas no le faltaban de matarme y que no le importaba”. Cuando en una de las sesiones le tocó el turno al padre de responder las preguntas de los estudiantes, confesó: “Sí: le he pegado a mi esposa, pero es que ellos [madre e hijo] no me entienden”.
En el código de conducta de la familia mexicana tradicional está prohibido que el niño explaye el coraje que siente hacia la figura del padre. El padre fue muy explícito en esto: “¡No me puede responder porque soy su padre!” La madre comparte el celo educativo. El niño no puede manifestar sus sentimientos hacia sus padres ni siquiera al ser agredido, como se ve en la siguiente entrevista de Suxi a la madre enfrente de los estudiantes:

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